A veces el cansancio mental tras las clases puede competir con el cansancio físico. Y cuando ambos se combinan, es una mezcla fatal.
Es casi inhumano lo de hoy: 6 horas seguidas de clases. Sé que mucha gente tiene aún más horas, y me compadezco de ellos, pues es proporcionalmente más inhumano. Cuando llevas ya algunas horas, empiezas a fijarte en detalles concretos, más para evadir la mente que otra cosa. Entonces es cuando empiezas a ver cosas curiosas; la endiablada relación amorosa que tienen la profesora de temario y el pico de la mesa, el chupetón de la profesora de psicotécnico (grande y evidente, junto a la garganta)... Me hizo mucha gracia ver a Marilizzy escandalizada por esto último. Aunque debido al tamaño y al color de éste, me sorprendió que no se hubiera fijado antes.
Luego cuando he ido a informática (de 8 a 10 de la noche, crueles horarios nocturnos), nos dijo la profesora (ésta en apariencia más normalita, pero algo borde y un aire muy frío; seguro que es una amargada) que necesitábamos el libro, así que Marilizzy y yo nos separamos y nos ponemos con gente con libro. Resulta que me toca con una chavala con nombre extraño y algo lenta. De ésas que no se lavan en dos semanas, con el pelo grasiento, las uñas negras y hedor insoportable. Seguramente será una chica bondadosa y simpática, incluso divertida, y muy buena gente; pero como le dije a Marilizzy, lo de la higiene personal quita muchos puntos. Suena cruel, pero... así son las cosas.
Y cuando después llego a mi casa tras hora y pico de viaje (que normalmente es media hora pero las obras del metro son muy oportunas ¬¬), me siento y me viene todo el cansancio de golpe. Realmente creo que la espalda un día de éstos se me va a desmembrar. Solo agradezco que, después de casi dos años, ya no tengo que dormir más en el suelo.